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miércoles, 14 de octubre de 2015

ESTE JUEVES...RELATO

                                PREGUNTAS Y RESPUESTAS
 
    - Mamá, ¿de donde vienen los niños?
La pregunta fatídica que Laura esperaba que su hija Celia le hiciera tarde o temprano,  llegó; pero la verdad es que seguía sin estar preparada, ¿qué le iba a decir? Lo de la cigüeña no había quién se lo creyera; pero lo otro…Celia tenía solo  cuatro años, no podía, no debía, no sabía. Le dio muchas vueltas a la cabeza y al final le contó lo de la cigüeña, no se le ocurrió nada más, no tenía imaginación.
-  Hija mía, lo niños los traen las cigüeñas. Se les envía una carta  pidiéndoles un hermanito, y  al cabo de poco tiempo lo traen.
- ¿De verdad mamá?
- Claro Celia, ¿Cuándo te he mentido yo?
La niña le empezó a dar vueltas a lo del hermanito y decidió escribirle una carta a la cigüeña, bueno en realidad se lo dijo a una amiguita mayor que ella, que era muy lista, y ella le escribió la carta. Después venía el problema. ¿Cómo se la haría llegar? Hacía poco divisó un nido en el campanario de la iglesia del pueblo. Ella era muy pequeña y le era imposible hacerlo, era demasiado alto, y su amiga, no, tampoco. Igual Pedrucho si lo haría; pero sino le daba una moneda, seguro que no aceptaría.
Pedrucho aceptó, y subió las escaleras de la iglesia hacia el campanario. Agarró un palo, le puso un pincho, enganchó la carta y se asomó por uno de los arcos del campanario; pero, ¡Oh, mala suerte! no llegaba. Entonces se subió en la ventana, empujó el palo y si, dio en el nido; pero por donde no debía, y éste cayó a la calle con un gran estruendo, Pedrucho dio un traspiés y se quedó colgado con el cuerpo en el vacío, solo agarrado con sus manos en la ventana. Comenzó a chillar y gracias a Dios el sacerdote no andaba lejos, subió corriendo y como no pesaba mucho lo pudo izar sin dificultad. El chiquillo no tardo en contar todo lo sucedido, pareciéndole al sacerdote un verdadero disparate.
La madre de  Celia  cuando se enteró de lo ocurrido, se dio cuenta de que fue un enorme error contarle una mentira piadosa a su hija, menos mal que todo quedó en un susto.

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miércoles, 7 de octubre de 2015

ESTE JUEVES...RELATO

                                       TITULARES DE PRENSA

“Bandada de avestruces migratorias causan el caos en la ciudad de Madrid”
No me lo podía creer; pero lo ponía bien claro. Tenía que verlo para creerlo. Me acerqué a la Puerta del Sol, y allí estaban, cientos y cientos de avestruces, ¿De dónde habrían salido? Y lo peor de todo es que no solo era la Puerta del Sol, la Castellana también estaba completamente invadida, se había convertido en una auténtica ratonera para los coches, que no podían ir ni hacía delante ni hacia atrás. La policía se sentía impotente frente a tamaña invasión. Nadie sabía como llegaron hasta aquí; pero lo cierto era que tenían un verdadero problema.
Se sabía ciertamente que estas aves comen hojas, flores, bayas; aunque también insectos e incluso pequeños roedores. Ahí estaba la solución, traerles comida; sin embargo era tal la cantidad, que la pregunta era, ¿cómo lo harían? Los pobres conductores intentaban empujar a las aves para que se movieran y les dejaran pasar; pero era una misión imposible. De pronto los avestruces se mostraron algo intranquilos por unos sonidos que venían de todas partes, era una música entre clásica y rock, nunca oí nada igual. Se empezaron a mover en todos los sentidos y la calle poco a poco quedó libre para que los coches volvieran a circular. La música consiguió que las aves se alejaran hasta una zona boscosa dónde pudieran alimentarse. Allí fueron llegando decenas de camiones y aprovechando su descuido cogieron a las aves y se las llevaron a un lugar seguro tanto para ellas como para los humanos. Nunca se supo a quién se le ocurrió semejante idea; pero desde luego dio con la solución.
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